La tarde no quiere llover
las aceras están cansadas
repiten con un eco sordo
las quejas de los pasos.
No hay charcos donde saltar,
no hay charcos
ni vuelta a la infancia
ni paraguas rojos atravesando carreteras,
el sol
azota mis costillas
tu nombre en mi pecho
da igual las veces que lo diga:
no llueve y me haces falta.
Busco excusas de agua
tus besos de norte
olor a hierba y a saliva.
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