
Pierdo otra batalla
bebo
ribera del duero, joven, al contrario de mis amantes.
Regreso a la senda del verso,
sumisa
triste alegre borracha
nerviosa
y aún es tan de día, mediodía.
Lo entiendo todo, me persiguen las voces
y mi sombra
me ausculta decepcionada desde su rincón.
Estás aquí, y tu, y tu…
bien sabéis de lo que os hablo.
También vosotros habéis sentido el temblor del poema y la catástrofe,
el estremecimiento de mis labios
y mis piernas.
El miedo, simple:
sin nada a cambio.