Bienvenidos a Tierra de Nadie

domingo, 24 de abril de 2011

INQUIETUDES

Si vienes a buscar consuelo

no trates de hallarlo bajo los pliegues de los párpados:

miles de sombras duermen ya.

Busca, si quieres, en el fondo de la copa,

restos de saliva

reanudan su marcha.

La inquietud sacude las paredes de mi casa.

La inquietud mece

la memoria.

La inquietud es una nana insomne

que habla de ti,

del sueño

del polvo que ha quedado tras la limpieza

que hice inviernos atrás,

cuando aún eras palpable:

llaga, herida,


un recuerdo por crear.

sábado, 23 de abril de 2011

je suis le poème

No se puede empezar de cero.

Soy consciente de que lo que hoy soy se lo debo, para bien o para mal, a todo lo que he vivido anteriormente. Soy parte del pasado. Soy futuro incierto. Poca cosa, apenas nada. Para la gran mayoría soy parte del recuerdo, y no me quejo.

Tampoco es que quiera empezar de cero. Tengo claro que esto ha sido sólo parte del camino.

(-¿qué nos queda por vivir?

-a saber, amigo…)

Vivía sola, no hace mucho. Hacía y deshacía a mi antojo. Eso no quiere decir que fuera más feliz, ni mucho menos. Sí que era más libre, pero también era más inocente, más crédula, y más yo, por fuerza.

He cambiado. Mi entorno ha cambiado. También lo han hecho mis prioridades.

Perder para ganar…cosas de la batalla, o del amor.

Ya no escribo a diario. No doy mi vida a cambio de un poema. No busco musas. No busco nada. Las noches se han convertido en un asunto de dos. He perdido poemas a cambio de un hueco en el sofá, a cambio de unos brazos, a cambio de cariño.

Y a veces no sé a quién traiciono cuando me meto en este cuarto a aporrear las teclas, o cuando lo abandono.

No soy poeta:

Soy el poema en sí…

……………………..

Y todavía algunas noches salgo de caza

y encuentro cuerpos empapados en desolación o en deseo

y utilizo sus teclas invisibles, su tinta invisible, su saliva

para crear versos invisibles, besos,

donde se me ama y amo (cosa que no sé si sé hacer)

y muero y vivo, y muero de nuevo

hasta dar con la entonación exacta del verso

-siempre llena de dolor-

para abandonarlo después.

(¡qué corra libre!)


Porque el poema está hecho para volar

y el poeta para verlo marchar,

sufrirlo en silencio.

LA VERDAD

La verdad es escurridiza.

Él tiene la suya, por supuesto,

la mía difiere en los conceptos.


Todas duelen.

Todas son batallas perdidas.


La verdad siempre está llena de miedo.


Bebo porque necesito soltar lastre.

Que nadie me pregunte

a quién quiero- me estoy afilando los colmillos-

que nadie me diga ven


que nadie me nombre el mañana:

no voy a salir a la ciudad.


Hoy no quiero cazar poemas.

Los ladridos duermen

a kilómetros de distancia

ajenos

a la mentira


ajenos

a mi verdad.

RESUMIENDO...

No quiero que piense que estoy mal. Cuando voy a comer, me maquillo, me peino, me pongo los pantalones estrechos y una camiseta alegre, nada de ropa negra, ni de ojeras, ni de abismos. Bastante tiene ella.

Soy mi propia responsabilidad. De nada serviría contarla que la consulta del médico es mi casa, la farmacia, mi sitio de recreo.

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¿y por qué no? me compraría esos zapatos de 590 euros, horteras hasta la médula, rosa palo, con tacón altísimo. Quedarían de escándalo con la falda tubo negra.

Estoy cansada del uniforme de vaqueros, botas y camiseta.

Cansada de la invisibilidad.´

Harta de mí misma y de mis propias limitaciones.


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Lo recuerdo perfectamente,

te dije : “a estas horas en la calle sólo hay putas y barrenderos.”

lo que no sabía entonces

es que unas y otros podían pasear cogidos de la mano.

Tu y yo,

sin más futuro que un amanecer.


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Desayunábamos bourbon aquella madrugada en el andén, teníamos mono de tortilla de patata y bocata de calamares. No habíamos dormido en dos días y apenas nos podíamos sostener sobre los zapatos de aguja, pero nos reíamos como locas.

Pensábamos que la vida nos trataba la mar de bien y era verdad.

Cobraba por entonces 300 euros y los poemas no me pesaban en la espalda.

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Trenes.

Pienso en trenes.

Pienso en trenes que van y no vuelven.

Pienso en mi cara reflejada en el paisaje a gran velocidad

camino del fin del mundo,

de ninguna parte.


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He estado encerrada en casa dos días seguidos. Sin alcohol, sin más drogas que las que me suministra la farmacia. Ha llovido a cántaros. La ciudad está llena de desconocidos. No me gustan las procesiones. No me gustan los falsos penitentes, la fe con fecha de caducidad. Me gusta, en cambio, escuchar los tambores desde mi sofá, a oscuras; a veces el sonido se vuelve aterrador.

Hoy he salido a la calle. El cielo estaba gris, seguramente llueva de nuevo. Me he tomado un café en una terraza, he intentado leer un libro. Me siento extraña. Desubicada. Perdida. Me siento como una turista en mi propia ciudad.


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PEQUEÑOS MILAGROS

Ya no sueño.

Las pastillas han borrado el rastro,

tu cuerpo sobre mi cuerpo,

tus gritos más altos que mis gritos,

las huellas que quedaron tras el naufragio

sólidas en la acera.


Ya no tengo pesadillas.


Ya no tengo nada, casi nada

aunque el corazón insista en latir

más fuerte y más rápido de lo que debe

las noches son una página en blanco:

Pequeños milagros

con nombre de farmacia.