Bienvenidos a Tierra de Nadie

sábado, 26 de enero de 2008

TU CASA

Esta casa de ausencias me desgasta,
se desconchan las paredes de mis alas,
hasta que sólo quedan jirones
de piel y alma.

Esta casa que era tuya
sobrevive a base de azúcar,
roba nombres para confundirse,
se droga en suburbios de letras
y se ahoga hasta cubrirse
de esa sustancia pegajosa
que es la muerte.

Forma parte de la lluvia
cuando te nombra,
te olvida y te mata
tres mil veces en un día.

Se desgasta,
poco a poco,
se desgasta.

Y cree poblarse de espejismos
que crecen en los álbumes de fotos
cubiertos de polvo
a este lado del delirio
donde te escondes de todo.

Esta casa que te conoce,
esta casa donde habito,
esta casa sin bombillas ni tu aire,
esta casa de burbujas llena de escombros

se desgasta
poco a poco
se desgasta.

EL PRECIPICIO

He abandonado tu cuerpo,
ya no lo quiero,
ya no se merece el tacto
de mi voz y mis desvelos.

Lo abandono a su suerte
al borde del precipicio
donde habito
a este lado del infierno.

No puedo encajar más golpes,
llevo tatuado tu nombre
en moratones sobre la piel.

Y el dolor se ha hecho tan espeso
que no cabe ya
por las pajitas de los cubatas.

No quiero mentirme,
igual es que no te quiero.
No quiero mentirme,
te quiero.

Pero esta noche
una ducha de esperma
me espera
al otro lado de la cama,
justo a la altura
de la polla del vecino.

Y no te espero,
no quiero mentirme,
estoy en celo
como una animal.

Y espero sexo sin palabras bonitas,
espero jadeos de realidad.

Y un pasito más
camino del precipicio.

jueves, 24 de enero de 2008

A David, In Memoriam


Bota una pelota al otro lado de la puerta
y en el rellano queda el eco
de lo que un día hubo.

El sonido de las risas,
las palabras a medias,
los gateos,
las carreras tras la perra.

El gorgojeo hecho sonrisas
y ojos azules como cielos
en tu pequeño cuerpo
en edad imperdurable,
ya eterno a través de los tiempos.

Dejaste tras tu marcha
lagos de luz y fuerza,
llantos como puños,
peluches hambrientos de tus brazos,
juguetes que nunca salieron
de su envoltorio de navidad.

¡Yaya! Decías en la calle
y tus pies rompían millas
en los triciclos de los sueños,
quemaban aire y penumbra
en los ojos que te observaban.

Adiós es una palabra tan fea,
y ya no tiene el silvido
del timbre al despedirte,
ni tu manita apretando el futuro
entrando en el ascensor.

Y tu que aún no sabías
qué era la muerte
cerraste los ojos
mirándola de frente;
quizás pensaste que
te invitaba a jugar.

Nunca olvidaremos
tu caminar hecho de agua
ni tus ojos soñadores
siempre dispuestos a despertar.

Hemos quedado huérfanos
de tu nombre,
pero la pelota
nunca dejará de botar.


A David,In Memoriam.

lunes, 21 de enero de 2008

Miedo

Él sabe que no soy libre de mis miedos,
que ellos conocen la esencia de mis actos,
ellos saben que no puedo desatarme de sus garras.
Él lo sabe y tú, que me persigo en mis sueños,
que me torturo con mis manos hechas de cera.

No puedo, pues, regalarte nada más,
ni el aire intoxicado que rechaza mis pulmones,
ni las lágrimas saladas en torrente por mi voz.

Te puedo dar, en cambio, esta grácil insatisfacción
de mis labios en tu boca,
este invento de infidelidad y hombres,
este devenir de mis pensamientos y pasiones,
este cuerpo, a veces, cansado de vivir.

El Límite

Ahí
Ahí abajo
Ahí abajo está
Ahí abajo está el límite
Ahí abajo está el límite de mis miedos

Me rozas con tus piernas,
con tu piel resguardada por la ropa,
amanecida tras la música alta y varios tequilas.

Y yo sentada en la barrera,
ávida de temores, perdiendo más que
el alma con cada cigarrillo.

Destapada ya ante tus ojos y metida dentro de tu tacto,
efímera, como el roce de tu voz junto a mi oído,
desnuda ya entre tus manos,
penetrando al dolor

Ahí abajo está el límite de mis miedos
Ahí abajo está el límite
Ahí abajo está
Ahí abajo
Ahí
Ah

Noviembre

Nieva y cae una voz desde el torrente,
una voz hecha de agua,
una voz que me sumerge.

Cae en azul sobre los pechos desnudos
que regalan leche a los cuerpos compungidos.
Mamar del aire y de la aurora,
saciar el hambre de pecados y saliva,
saciar…

Me sumerjo en las letras que aletean,
en la voz de los infantes sin memoria,
en el esperma de tu nombre en mis recuerdos.

domingo, 20 de enero de 2008

Hambre

Me alimento de la historia que inunda las aceras,
las miradas que me fecundan los pies a cada paso.

Busco otro espacio,
la nube de polvo donde se funde mi imagen,
el espejo de palabras donde reconozco mi vocabulario.

Me alimento, me como el aire,
el olor de las estufas en una fuga de gas.

Limito mi cuerpo a la marginalidad de otras manos,
a la plenitud de otras sonrisas.

Instintos

Te metí entre mis piernas
y tú navegabas en la saliva de mis besos,
asesinos de hambre retozando en el sofá.

Perdidos, mostrando el mundo de “Nunca Jamás”,
pidiendo tiempo al tiempo,
agotando cada instinto.

Fuimos juntos todo manos, todo sombras
eyaculando sobre el miedo;
atados de pies y bocas respiramos todo el aire.

Nos corrimos musitando canciones olvidadas,
llenando de paz cada gemido.

Y te fuiste, dejando en la luz
que se follaba a las persianas
tu olor lleno de caricias.

Semen en los recuerdos

Castrado en mi voz
se escucha al llanto,
mi cabeza puede sentir
aún el eco del martilleo.
Lo siente suyo,
no lo abandona.

Yo me siento incestuosa
al follarme tu nombre,
lo meto entre las mayúsculas
que forman mis letras,
lo froto hasta que se pone tieso
y después lo abandono
para que se corra.

Y yo no miro,
no quiero verlo,
no quiero sentir
tu semen de voz
en mis llagas,
no quiero torturarte
con mis penas,
atarte a ellas
con mi alma.

Sentirme un poco látigo
mientras golpeo tu cuerpo
por ese adiós lleno de hambre,
por esa vuelta,
siempre,
llena de pena.

No quiero,
pero ignoro la forma de olvidarte,
llevo sobre mi piel tatuada tu inocencia,
llevo sobre la espalda el castigo de tu recuerdo.