Bienvenidos a Tierra de Nadie

lunes, 28 de abril de 2008

AHORCADO PARA POETAS Ó EL POEMA AHORCADO

Mi mejor poema
es aquel que no está
escrito,
es como el crimen
perfecto
que nunca se cometerá.
Parricidio o maltrato…
¡mierda de ingenuidad!

Me sorprenden
las editoriales mudas
que no dejan contrato,
los ojos
asesinos de los versos
que se salen de lo normal

y

arrastran

mis

letras

al

suicidio,



y no les cabe
en la cabeza
que esto sea una
mentira
que parece una
verdad.

Ciertos son los
“jódete que no me importa”
cuando les grito
con una botella de ron.

Ciertos
los insultos mañaneros
cuando suena
el despertador.

Ciertos
son estos versos
que no tienen claves,
ni un motivo,
ni una puta
razón.

LA SALIDA MÁS DIFÍCIL

Las personas que me quieren
no comprenden
como puedo pensar
en abandonarlo todo.

Llevo unos días
dándolo vueltas
y realmente sé que no tengo
tantas cosas que perder.

Todo lo que soy
lo llevo a cuestas,
como una losa
comprada
siglos antes de
mi entierro,
pesada y sucia.
Lapidaria.

Nadie lo entiende,
será que no se explicar
que a veces
una mujer necesita
más cosas
que problemas
y más problemas,
trabajo,
familia,
dinero,
una rutina de mierda.
Menos mal
que carezco de hijos
y no me lo llego
ni a plantear.
Menos mal.

Abandonarme
por completo
de la compañía
gratuita
que a veces
me imponen.
¿Nadie entiende
que a veces
lo que necesito
es la soledad?

No.
Nadie quiere saber nada,
es más fácil hacerse los sordos,
disimular.
Es más fácil.

Necios,
egoístas
que sólo
desean
mantenerme
fresca
en el cajón
de las reservas,
sin pensar
que a veces una
tiene sus necesidades,
básicas e incomprensibles,
humanas al fin y al cabo.

No tengo otro remedio.
Tendré que actuar,
pensar que sólo
existen mis prioridades
y nadie más.
La salida más difícil
es largarme
sin avisar.

sábado, 26 de abril de 2008

El Psiquiatra

Hubo un tiempo
en el que escribía siempre borracha
y me refugiaba con mi cuaderno
en los baños de un bar.

No sabían a nada los recuerdos
y el sexo era sólo la metamorfosis
de mi propio cuerpo
hacia un estado casi irreal.

No me importaba estar
de frente o de espaldas,
la cosa era estar
y después abandonar,
mentir
escapar
y escribir.

Mi vida sabía a mierda
y no veía el rastro
de ningún futuro,
las migas desaparecieron
del camino
que conducía al hogar.

Después llegó el rostro roto
y el diván,
no tuve miedo a empezar de cero
pero no sabía ver más allá
de las huellas que dejaban mis zapatos.
Le mentí al psiquiatra
una y otra vez.

Yo le engañaba
y él confundía
mis inventos
con análisis y literatura.
Llegamos a un acuerdo
y decidí dejarle de pagar,
abandonar su diván,
mentirle en su casa,
escapar de la palabra
y escribir sin más.

LA CANCIÓN

La canción suena triste
cuando la canto
en tu oído,
nadie supo nunca
las notas que la formaban.

Canté mientras moría
la ultima canción.
Aleteaban sus nostalgias
traspasando partituras
y odios
y olvidos
y algo más
que nunca quise recordar.

Canté mientras vivía
entre ceniceros
sucios,
llenos de mentiras,
y mi boca sólo
era el recipiente
donde aparcar
las derrotas,
el parking
abierto las veinticuatro horas
sólo para ti.

Canté mientras dolía,
mientras tuve claro
que el escozor
permanecía intacto
más allá de toda la mierda
que habita el mundo
y que me habita hoy
en este lugar
donde me ensucio el alma
para quitarme tu olor.

Canté mientras llovía
y supe
que en mis ojos
siempre habitarías tu,
bajo la tormenta
sobre el rayo
recordándome
que cantar
es igual a vivir,
a morir
a olvidar
a follar.

Cantar
junto a tu oído,
sentir las notas
mudas
desnudas
acariciando mi piel,
con un sabor agridulce,
eterno.
La canción suena triste
hoy que se sabe tuya.

SOBREVOLAR EL UNIVERSO

Acostumbré a mis dedos
a caminar por tu espalda.
Qué ganas tenía
de quemar los sueños,
qué ganas de beberme el mundo,
qué ganas de ganar batallas.

El día acaba
con el monosílabo
de tu nombre,
diciendo NO
a todo
lo que sirve
y nunca tiene un motivo.

Ahora me guardo
del bullicio
de la gente
con estos dedos
ágiles
que saben
buscarte
una y otra vez.

Escribir tu nombre
o
almacenarlo en la memoria.
Guardarlo
dentro del ombligo,
como esa última gota
de esperma
que cayó aquel día
y cae hoy
y volverá a caer mañana
a mediodía
cuando no estés tu
y añore tus manos
y quiera besarte
y sólo encuentre
una pared
pintada de amarillo
que no sepa
a qué sabe tu cuerpo
ni los secretos
que yo escondía en él.

NO
me repite la cabeza,
y siente
que debo abandonar
el juego a tiempo,
o quizás deba dejar
de pensar,
o igual
lo que quiere
es que me muera
y deje la inmortalidad
para los mortales,
y huya del mundo,
de las prisas
y de la carne
y volatice
mi NOmbre
con tu NOmbre
sobrevolando
el uNiversO.

NINFOMANÍA

Cae despacio,
susurra algo junto al oído,
dios aparece
con su batín azul
y nos mira,
mírale tu.
Ninfomanía.

Derrama el mar,
se confunden los barcos
y naufragan.
El olor
básico
en tu ombligo
me guía a la ciudad.
Ninfomanía.

He matado
el último orgasmo
clavando mis dientes
sobre tu piel.
Naufrago también
y dios me muestra
su polla
cuando se va a correr.
Ninfomanía

Mezclo el insulto,
dinero,
joyas que no uso,
esperma, sudor y sal.
Mezclo tu nombre,
el nombre de los nombres,
todos los hombres
que llevan tu nombre
y no son dios.
Ninfomanía.

IMPERFECCIONES

El dolor se establece
en la memoria,
se hace enjambre
y llora desolado
hasta que el día
escupe su último rayo
y me encuentro bien.

No sé matar
las memorias
cuando son agua en la boca
y me alimentan
cuando tengo sed.

Silencio.
No hay ruidos
que aplacar,
no hay música
que robar,
no hay palabras
que escuchar.
Silencio.

El ojo
se acaba en el párpado,
debo estar dormida,
o debe ser este estado
de inconsciencia
vagabunda
e inocente
que me acompaña
en las horas.

No estoy triste,
tampoco alegre,
y el dolor
aparece relativo
bajo mi piel.

Debe ser la lluvia
que me trae recuerdos
de otros días como este
en que nada era perfecto.

DE MEMORIAS Y OTRAS GUERRAS

Mi hogar
es este sitio lleno de escombros
donde acumulo la memoria
de cuerpos remendados,
cosidos a mordiscos.

No pido gran cosa
a estos días,
sólo que pasen despacio
encaminados
hacia el precipicio
para dejarles caer.

Nunca he acumulado
tantas guerras
como estas que tatúan
a saliva tu nombre,
tantas
que se sienten
cuchillos
llamados a matar.

Y tu,
y yo,
y otra.
Todos formamos parte de la caída,
de la parte consciente
de la memoria
podrida
guardada en los espejos.

Sabes
que el objetivo
no guarda el esperma.

Sabemos
que hay piel
que sabe a gloria,
que hay cuerpos
que son derrotas anunciadas
y pierden los fusiles
justo antes de nacer.

Mi hogar
es este sitio lleno de escombros
y mi cuerpo
el azulejo en una obra
a punto de caer.

DE NUESTRA PARTE

No hay domingos que
el esperma no amanezca entre mis tetas,
sabe como yo
que es el mejor lugar para nacer.

De lo más hondo
a la línea fugitiva
que resbala por mi piel
buscando realidades.

Amanece hoy
y no me impongo límites,
sé estremecer tu cuerpo
y sólo me queda morder.

Maúllo junto a tu oído
mi pequeño orgasmo,
dios no se interpone
entre mi cuello y el tuyo.
Debe estar de mi parte
en esta creación.

No busco que te corras,
es más fácil que eso,
la humedad
se interpone entre los cuerpos,
se hace moho,
olvido,
a veces pena
y crece
el ansia al lamer tus besos.

Maúllo junto a tu oído
mi pequeño orgasmo,
y sé que dios está de tu parte
en esta creación.

UN FINAL SIN FINAL

No desprecio nada bajo la luz,
vi la luna y pude tocarla
con mis flácidos dedos,
sin miedo al látex.

Toco tu cuerpo
como si tocara la armónica,
soplando versos
que no sé tocar.

Atraviesa mi espalda
algo que no tiene nombre,
yo le puse uno ficticio,
como a los jadeos,
lo llamo instinto.

Abrir las piernas es fácil,
desear que no existan,
acribillarlas con mis dedos,
saber que nada de esto tiene sentido.

No pienso en el suicidio en estas horas,
saltar desde un octavo,
sin saltar,
volar en una cama
y sentirla guillotina,
retrasar la corrida,
el sentimiento de angustia,
un final
sin final.

NADIE

Nadie supo qué decirme
cuando perdí mi barco,
hundida en el papel
del espejismo
donde me negaba a morir.

Nadie pudo decirme nada
mientras mataba
las cucarachas hechas corazón.
Olvidaron que la palabra
duele menos cuando
está escrita
y grita tormentos
que nunca tienen razón.

Hoy me columpio en la balanza,
la intento poner de mi lado,
traspasar los kilos
que sobran en el plato
donde pesan las derrotas
y los besos saben amargos.
Traspasar y poner a cero
el metro que resucita
a la conciencia
y hace estragos en la mente
de aquellos que lo pensamos.

No hubo nadie,
se olvidaron de nacer,
crecer y morir a mi lado,
traspasar barreras
o escapar juntos de la rutina y el amor,
como hacemos las personas
que a veces cruzamos el estrecho
sólo para sentirnos mejor.

No había
nadie,
no hablaba
nadie,
y fue nadie
quien me puso
un raíl de humo
en la mirada
para que pudiera
sentir,
dormir,
morir
y en alguna ocasión
soñar.

MIEDO ESCÉNICO

Temo el legado de la aurora,
el testamento firmado
mientras volvía en el tren.

Temo ser como soy ahora
y que nadie entienda
que soy yo más que ayer.

Temo clasificar las prioridades,
temo olvidarlo y no olvidar,
temo refugiarme en las pasiones,
temo pensar, escribir y rimar.

A MIS SEIS DE LA MAÑANA

Quise aplacar la sed
y encontré un cadáver sin memoria,
un revoltijo de sabanas
a las seis de la mañana
y no estabas tu.

Quise quemar los recuerdos
y mi espejo no me
devolvía la voz,
sólo la imagen
de una nueva Eva sin paraíso.

No había nadie
en mi cama
y dicen en los diarios
que la costumbre
de lo que deseamos
llega demasiado pronto
y no es fácil
volver a reunir las fuerzas
para enfrentarse a la rutina.

Cuatro días viviendo un sueño
que no podía ser real,
había que agotar la magia
el instinto
y recorrer el mismo camino
al revés,
sin que me llevaras del brazo
en el laberinto de ciudad
caminar, retroceder,
aplastar el miedo atroz
a no encontrarte
a mis seis de la mañana
con tu cuerpo a mi lado.

Lo bueno llega demasiado pronto
y no siempre es lo mejor,
pero me bastaba con poder ver
el cielo a través de tu mirada.

ENTRE BUNBURY Y NACHO VEGAS

La cama escupe su golpe en las barreras
mientras caen sumisos mis sonajeros,
la noche fundida en unas gafas de sol
donde no existe ni londres ni madrid,
apenas dos cuerpos
con más hambre
de besos
que otra cosa,
dos cuerpos
en perpetua batalla
sin un premio que ganar.
No busco el tuyo
ni siquiera eso me hace falta,
cae desarmado entre mis dedos
pronunciando las claves
que nunca supe descifrar.
Agotar el ansia que me trajo aqui,
el hambre visceral de las sonrisas
que hoy me arrastra
entre Búnbury y Nacho Vegas,
ya sabes a que me refiero,
veinte metros cuadrados
dan a veces para demasiado más.

La cama cae
y ya sólo existen
los dientes que guardan mi cuello,
los ojos cerrados,
el sudor de ese algo
que nos sabe a dulce
y ya no es ni tabaco ni cerveza,
sólo la voz
el ansia agotando
su último impulso.

Y las niñas van cantando,
ya sabes a lo que me refiero,
y bebes un litro
fuera de la habitación,
aún cerca de mi,
aún esperando mi cuerpo.

Mira, las niñas van cantando:
sha la la la la laaaaa...

Muy bien niñas.

El día que Dorothy encontró a Ash

El día que llegaste
no había nada en ti que no supiera.
Eras una imagen
hecha de palabras,
hambrientas palabras
que hablaban de ti.

No había nada
que no esperara
mientras veía como el ego
rompía mis espejos.

El ansia roba mis canciones
y a veces llora y escribe
y es como si no estuvieras.
Pero un arco iris se dibuja
entre tus ojos
y veo el mar
y ahogo el ansia,
el hambre,
las ganas de morir.

Hay días que te regalo sonrisas
y llega la lluvia a inundar mi ventana,
y sé que tu también sonries
aunque no te pueda mirar.
Ahora tengo una imagen
de alguien que se parece a ti,
al que le sobran las palabras.

El día que llegaste
rompí todas mis barreras,
acabé con el miedo,
me reflejé en tu mirada
y a veces te dediqué algún sueño
escondida tras unos versos.

Hoy estos no valen nada
nacen de la esencia
más pura,
de los nervios,
de querer beberme el mundo,
de saber como abrazas,
de saber,
saber
que las promesas
carecen de importancia.

Diminuta

Soy casi invisible
y no doy explicaciones,
me alegra saber
que en la estación dorada
nadie las espera.

Suenan los megáfonos
anunciando
llegadas
y despedidas.
Mentiras
disfrazadas
de algún héroe
que nunca supo volar.

No se me ve entre la rutina,
apenas soy
el insecto
que arrastra tus zapatos.
El hambriento tesoro
que guardas
bajo la almohada
donde duermen
los recuerdos.

Soy pequeña en el mundo,
apenas una estrella,
casi fugaz,
como ese beso
con sabor a whisky
en la madrugada.

Soy pequeña entre tu cuerpo,
entre los cuerpos de los demás,
diminuta
en este universo
que anuncia horas,
llegadas
despedidas,
sueños que matar.

Mendiga

Corre por la ciudad arrastrando lluvia,
no sabe medir sus pasos
y cree que lo malo
algún día pasará.

No es guapa,
pero le queda en los ojos
el brillo de algún pasado.
La nostalgia
de algo bueno
que sabe que nunca llegará.

Vende besos
que saben a miseria.
Restos
de alegría,
sonrisas a medias,
un cuerpo
de medio mujer.

La admiro
y no la insulto
y alguna vez
la he dado de comer.

Santa sede de los inocentes,
los olvidados y yo
lo sabemos muy bien.

No hay sueños
que duerman en parques,
no hay ni suicidios que cometer
cuando la vida
se les funde en la mirada
y no quedan dioses en los que creer.

Ya no soy Yo

Algo se mueve en el interior,
es la raíz del nombre que me habita,
las vocales que quedaron
ancladas allá lejos, en mi otro mar.

Y son otras olas hoy
las que llegan a mi playa
y la encuentran tan vacía,
tan distante,
tan desierta
como aquel día
en que tú llegaste
y la hiciste tuya.

Quisiste creer en dios
y yo te separé las aguas,
y creíste en mí,
en el útero donde habitan
los seres buenos y malos.
Todos los seres que
llevan mi nombre
y ya no soy yo.

Voyeur

La pupila nos acecha
como una mirada indiscreta
en tu cerradura de voyeur.

Camina sobre las letras
guiando la mano
que nos ahoga la garganta.

Será que nunca supe recitar.

Verso tras verso,
calibrando siempre el sueño,
el instante,
los cuchillos
que nacen invisibles de la tinta
o del dolor que nos imponen.

Las sábanas se quedan frías
y mi cama de ochenta
ya no pertenece
al atardecer
que forma mi cintura.
Se hace agua y voz,
el esperma de la lluvia.

Las letras que antes volaban
resurgen en cascada
al otro lado del ordenador.

Se hacen playas
sin luna,
sin estrellas,
apenas las justas
para poder respirar.

Y el poema
siempre bañado en sangre.
Prostituído
por otras miradas
que siempre son ajenas.
Despedazado,
analizado,
a veces sólo leído.
Follado en todo caso
haciendo pactos contra el olvido.