Lo más difícil, en definitiva,
es decir “ya no te quiero”
después es esperar que las avispas
se mojen en la sangre
desnudarme
o dejarte con la esperanza
chapoteando en el suelo
como un niño loco.
¿Ves?
sólo tengo un cielo azul
y 27 años de un corazón anestesiado
y un sándwich de jamón en la encimera de la cocina
y nada que decir a parte de nada.
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