
La soledad vino aquella tarde.
Entraba por los visillos
el aroma inconfundible:
retratos y café
hirviendo en la cocina.
Y para nosotros,
nada.
Nos tocó pies de camas
y murmullos
whisky bajando por la garganta
mientras decíamos “adiós”.
Llegó.
No opusimos resistencia.
Nos fuimos con el humo
lejos
juntos
siempre
cada madrugada.
Entraba por los visillos
el aroma inconfundible:
retratos y café
hirviendo en la cocina.
Y para nosotros,
nada.
Nos tocó pies de camas
y murmullos
whisky bajando por la garganta
mientras decíamos “adiós”.
Llegó.
No opusimos resistencia.
Nos fuimos con el humo
lejos
juntos
siempre
cada madrugada.
3 comentarios:
esas soledades...
tu poema es como un blues.
se ha impreso en im imaginacion una imagen, complementada con la (preciosa) que has dejado para acompañar el poema, que me encanta
es un poema que se saborea mas en su reflexion que en su lectura.
me gusta
espero que haya ido bien con el libro
un beso
va, yo me voy también, aunque deambularé por aqui...a oscuras si hace falta.
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