
decíamos:
“el día vuelve a comenzar”.
Y la resaca,
como fuegos artificiales
se nos colaba por la nariz.
Eras buenos tiempos,
no te quepa duda.
Habitábamos esta vida
sin vivir,
quizás
porque no habíamos muerto
ó quizás
porque aún no queríamos morir.
Daba igual.
nos importaba un bledo
el ajetreo tras la puerta,
la gente yendo y viniendo,
todos esos problemas:
el trabajo, el amor
hasta el sexo.
La luz entraba por la ventana
y aún
no estábamos preparados para morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario