
aunque las palabras cuando salen por mi boca pesan
y escurren en hilillos
hasta caer en tus manos,
ahí es cuando dejan de ser mías
y se convierten en un nosotros bastante complicado
-lo ves, ya no estoy sonriendo-
Porque las calles no están hechas para cuentos,
ni la nuestra
es una historia de película,
dudo que lleguemos a tener un final feliz;
aún dudo que a esto se le pueda considerar un comienzo.
Esto también pesa
pero no escurre.
Hay ciertas verdades que son duras como piedras,
sólidas y opacas. Inertes,
pero sencillas.
Para qué decirte que me gustas
como a un tonto un lapicero
si me confieso cada día
con el idioma de los ojos
y los labios entreabiertos.
-Ven conmigo.
-¿por qué?
-porque quiero besarte.
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