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miércoles, 6 de mayo de 2009

OCHO DE LA MAÑANA

Ocho de la mañana.
Nadie ha dormido en casa

había habitantes
llenos de rasguños
devorándose en el salón.

Ocho de la mañana
sin nada mejor que hacer.

Hay un rastro de piel en el pasillo
que huele a ti.
Le persigo insomne

me lo marco a fuego.

El cuerpo tiembla por el cansancio

-el cuerpo
abierto por la rabia

o por el deseo
o por la falta de costumbre
de eso que llaman felicidad-

Ocho de la mañana,
sola y en silencio

amanece en la ciudad.


-¿qué piensas?
-nada
-¿qué sientes?
-electricidad

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