
para dormir como un gato
acurrucado.
Nada había más hermoso
que esa boca tuya, teorema,
lamiendo los pequeños deditos
como bombones
y era invierno
tan invierno
que notaba los músculos de las sábanas desplegarse,
los minutos clavándose en el vientre
fríos, tersos
electrizada la piel y el nombre
mientras repasabas una a una las arterias
con ese lenguaje de mordiscos
silenciosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario