Nunca tuvimos suficiente miedo,
así nos fue.
Hoy los errores nos persiguen
como fantasmas del pasado; tercos.
No hay lugar donde esconderse
ningún lugar
que nos acoja en su regazo
nadie que nos cante nanas para dormir
ni brazos cálidos donde apoyar la cabeza
-mamá ya no puede matar todos los monstruos
que viven bajo la cama-
sentirse a salvo
es un privilegio,
te lo advertí y no quisiste,
no quisiste escucharme. Estabas ciego.
El amor es una putada tan grande,
nadie está a salvo
nadie quiere ver el horror que se esconde detrás
pero yo lo sabía, y te lo advertí,
yo
que nunca sé nada de nada
conocía la amenaza, la sentencia,
este final.
1 comentario:
...y K. estuvo.
Publicar un comentario