
Lo digo tranquila
porque lo asumí hace ya tiempo.
Supe que tendría que escapar
como lo hice yo,
aquel día,
después del primer beso.
Él, a diferencia de mí,
supo hacerlo en el momento perfecto.
No puedo culparle
de los fantasmas
que ahora
ocupan su hueco.
Me gané a pulso su odio
desvirgando sus miedos.
Hoy
él se ha marchado
y yo
aún no sé
que le echo de menos.
Soy tan ignorante
que me masturbo y canto
pensando en sus dedos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario