
Y las doce
son dos copas de whisky
con hielo y con pajita,
porque así me saben mejor,
no tardan en mutar,
me gritan.
Sin duda
la suerte habita en el garrafón de los bares
porque después me siento libre o mentira
y consigo hablarte
y no callo.
Sin duda es así
porque me miras con ojos de cobarde.
No sería deseable de otro modo.
Sin duda.

Después
la noche son dos lunas
enredadas en mi ombligo:
a veces bajan húmedas por tu nombre
y no importa,
sin duda,
que me quieras y me odies en la misma frase.
Merece la pena vislumbrar el nacimiento
a la sombra de tu efigie
o el alcohol.
Sin duda,
no importa
que la noche sea un reloj de arena y hambre
donde dan vueltas los pensamientos
y las horas pasan
bailando al son de los sueños
antes de vomitar,
echarme a dormir,
antes
de nada.
Sí,
sin duda.

Las doce son dos copas de whisky
con hielo y con pajita
porque así te miento mejor,
porque así
yo también aprendí
a odiarte con amor,
sí,
sin duda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario