Nieva y cae una voz desde el torrente,
una voz hecha de agua,
una voz que me sumerge.
Cae en azul sobre los pechos desnudos
que regalan leche a los cuerpos compungidos.
Mamar del aire y de la aurora,
saciar el hambre de pecados y saliva,
saciar…
Me sumerjo en las letras que aletean,
en la voz de los infantes sin memoria,
en el esperma de tu nombre en mis recuerdos.
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