Los días grises pasan
y después
el viento,
la tormenta,
la lluvia,
las nauseas,
el acantilado a la altura
de tu boca.
Y esa voz llena de cicatrices
que me habla
cuando me meto
a tu lado en la cama.
La luz en las persianas
que trastoca
el contorno de una mujer
en las farolas.
la locura junto a tí
en esta guerra
de besos e inquietudes,
de tu piel desnuda
bajando hasta el ombligo
bebiendo el agua
de mis pozos más profundos.
El hastío en los jadeos
y el vaivén de mis caderas
echando una carrera
al despertador,
ruido, mucho ruido,
saliva,
piel,
sombras,
esperma surcando mis ojos
y yo,
perdida en el blanco de los tuyos.
Los días grises pasan
y después
los cuerpos,
los jadeos,
las caricias,
los orgasmos,
el acantilado a la altura
de tu boca
donde puedo
naufragar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario