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miércoles, 20 de febrero de 2008

HAY TARDES...


Hay tardes que vienes como escarcha
de otra madrugada y llenas mis bolsillos
de ese aire de huerta de verano
y me tocas con tus labios llenos de arena.

Hay tardes que me siento fugitiva de tus manos
y echo de menos la palabra,
los gestos inquietos de otros parques
sin tu nombre.

Hay tardes que rozo en mi memoria
recuerdos olvidados y veo una imagen
vagar entre los árboles, fantasmas de tu nombre
que pisan las aceras del otro lado.

Hay tardes de impurezas en los rostros
que quisiera navegar como un Colón nuevo
por tu ombligo,
y jugar a perderme por la curvatura de tus ojos
y dormirme sintiéndome mecida
por las nanas de mi infancia.

Hay tardes que soy sólo el sudor
de los padres en los olivos,
el gemido de la vergüenza y el desorden,
las agujas rotas de tu viejo reloj.

El refugio, el eco, la sombra
que hacen que me quede
entre las retinas de tus cosas,
retratada en espejos del revés,
a tu otro lado.

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