
y estoy de nuevo sola en este cuarto.
Llueven las horas
golpeando en la ventana.
Elegí vivir en el silencio,
y sin embargo
me imagino otra vez
en la ciudad sin nombre,
bajo la nube de polvo gris,
quizás,
a tu lado.
Inevitablemente
me invade un sueño
que no cuaja.
Sólo la almohada
conoce la solución
de este misterio.
Cae,
se acerca a mi oído
y me susurra
despacio
“Nada”.
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