
y él me metió el dedo en el coño.
“shhh…no digas nada y bésame”
Y lo hice
lo hice un millón trescientas cincuenta mil veces,
creo que alguna más,
porque yo sólo sabía estar callada
si era dentro de su boca.
Ahora
ahora de nuestra historia
sólo quedan palabras
palabras que trepan por la pared
y lo invaden todo
una plaga de silencios
hechos de tinta
muertos sobre el papel.
(ya sabía yo que esto no iba a terminar bien...)
2 comentarios:
Muy bonito Isabelita, ¿sabes qué?
La parte de las palabras trepando por las paredes me recordó a los Orcos trepando por las minas de Moira, o algo así, que yu-yu.
Besito.
da bastante miedo, si...gracias billy...sabes?a mi este también me gusta y normalmente, después de leer mis poemas unas tres veces dejan de gustarme, a este siempre vuelvo, será por la gran parte de realidad que tiene.
un besote!
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