JODER, CUÁNTA TONTERÍA Y OTRAS PELEAS MENTALES

Desde que volví nunca fui la misma. Había días que no sabía pensar, sólo escribir, perdiendo a cada paso el ritmo de mi propia vida. Sin inmutarme ante la evidencia de que todo estaba dando un giro, y yo metida en el ojo del huracán sin saber cómo dejar de dar vueltas.

Se me hacen cortos los días, demasiado cortos diría yo, tanto que sólo mido la rutina con mis pies. Me he acostumbrado a no sentir nada, a querer escapar algún que otro día y perderme por las calles de otra ciudad. Todo se me hace corto, todo me parece nada.

Las calles no son amables ni apetecibles, y beber tampoco me hace olvidar del todo. Cada vez follo menos y bebo más y bebo para intentar olvidar eso, y no follo porque me recuerda demasiado a beber, y no olvido porque no follo y no me emborracho, y nada de esto tiene sentido, y realmente, me da igual.

Ni yo misma tengo sentido. Estoy aquí sentada y sólo quiero morirme, pero soy demasiado cobarde para el suicidio, tengo miedo hasta de asomarme por la ventana, qué podría hacer yo con un cuchillo, un arma o un bote de pastillas. Nada. Quizás guardarlo bajo la almohada a ver si un día me da por beber y beber y por fin me atrevo. Tenerlo a mano es algo que está bien. Aunque para eso tendría que estar bastante inconsciente, y quizás haber echado algún polvo que otro…por no quedarme con ganas una vez muerta, ya sabéis. Después ya no podría y seguro que me entraban ganas. La ley del puto murphy es así.

Igual es que no me quiero morir y el sexo sea el único motivo de estar viva…que triste ahora que lo pienso.

Sí, he vuelto a pensar, ya he dicho que hace mucho tiempo que pasó todo aquello. No olvido, pero sí que aprendo; aunque sólo aprenda a saber que hago las cosas mal. Vaya ironía.

Tampoco esto tiene sentido y quizás tampoco importe, si lo que no acabo de aprender es a entender por qué lo pienso, y si pienso, la verdad, sólo me apetece beber.