Mi mejor poema
es aquel que no está
escrito,
es como el crimen
perfecto
que nunca se cometerá.
Parricidio o maltrato…
¡mierda de ingenuidad!
Me sorprenden
las editoriales mudas
que no dejan contrato,
los ojos
asesinos de los versos
que se salen de lo normal
y
arrastran
mis
letras
al
suicidio,
y no les cabe
en la cabeza
que esto sea una
mentira
que parece una
verdad.
Ciertos son los
“jódete que no me importa”
cuando les grito
con una botella de ron.
Ciertos
los insultos mañaneros
cuando suena
el despertador.
Ciertos
son estos versos
que no tienen claves,
ni un motivo,
ni una puta
razón.
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